Los pocos días que estuvimos en Berlín los disfrutamos al máximo. El tiempo transcurrió entre monumentos históricos y memoriales, museos y tardes tranquilas en parques. También quedamos con viejos amigos en lugares que nos hicieron sentir como locales y degustamos los mejores Faláfels y Kebabs de la ciudad.
Cabe destacar que Berlín es la ciudad más poblada del país y de Europa Central, con nada más y nada menos que 3,5 millones de habitantes. Además, es considerada una de las capitales culturales de toda Europa, ya que podemos encontrar gran variedad de eventos musicales, galerías, museos y bibliotecas.
Lo primero que nos viene a la mente al pensar en Berlín, es el conocido Muro de Berlín, el cual dividió en dos ideologías la ciudad durante mucho tiempo. De hecho, no fue hasta 1989 que se derribó. Tengo amigos alemanes que aún tienen recuerdos de esa época…
En nuestro tercer día, aprovechamos para dar un paseo por gran parte del muro (se extiende por más de 1 kilómetro) y pudimos ver algunos restos del contraste entre el Berlín del Occidente y el del Oriente. Como por ejemplo, edificios modernos versus viviendas deterioradas y uno que otro Ferrari estacionado.
Por otro lado, me sorprendió que en sitios turísticos como los museos o, incluso, en la estación central de tren y algún barman, las personas detrás de la taquilla o los encargados del museo no supieran inglés.
Me gustaría decir que la gran mayoría sabe inglés, por lo que no tendrás problemas para comunicarte -y aún pienso que es verdad-. Sin embargo, en nuestro caso no fue así. Por suerte pude defenderme tranquilamente con lo poco que sé de alemán.
Hablando de la estación de tren, recomiendo usar la Berlin WelcomeCard, ya que te incluye el transporte ilimitado por la ciudad y algunas ciudades en los alrededores como Potsdam y el aeropuerto. Además, tienes 50% de descuento en aproximadamente 200 atracciones turísticas, entre otros beneficios. Nosotros compramos el de tres días + entrada a la Isla de los Museos por 44€.
Algo que nos sorprendió -si tienes en cuenta que el poder adquisitivo en Alemania es mayor que países como España o Portugal- fue que los precios de la comida y productos de higiene en los supermercados son similares a los países anteriormente mencionados.
Cuando te pides un café en las cafeterías -al menos las que fuimos- te dan un café con leche servido en una taza grande, a diferencia de España o Portugal que un café directamente es un expreso en tazas pequeñas.
Hay cadenas de panaderías por todo Berlín -y Alemania- con diferentes panes y sándwiches con diferentes rellenos a un precio muy económico y son perfectos para un snack mientras vas recorriendo la ciudad. Sin olvidar las típicas Würst (salchichas) con papitas/patatas.
Por supuesto, podrás tener días lluviosos o días soleados. No obstante, siempre habrá algo que puedas hacer bajo techo. Y cuando sale el sol todo se ve verde, bonito y las caminatas por la ciudad se hacen más amenas.
Nosotros no tuvimos tiempo de ir, pero una buena opción -en especial, si vas con niños o si te gusta el mundo animal y marino- es el acuario y el zoológico. La atracción principal del acuario es el ascensor que te muestra de arriba a abajo la gran pecera. El precio está por 15,50€ el acuario y 21€ el acuario y el zoológico, además de que puedes optar por un pequeño descuento si tienes la Berlin WelcomeCard.
Lo que más nos gustó fue lo multicultural que es Berlín. Sin ir muy lejos, la plaza tan bonita a la que fuimos el primer día, la Gendarmenmarkt, tiene una Catedral francesa justo enfrente de otra Catedral alemana. Y el chico que nos atendió en un restaurante de comida libanesa al que fuimos, hablaba alemán, inglés, árabe y español. En las calles, en el metro y en cualquier lado, podrás encontrar personas de gran variedad de países.
Nuestros amigos alemanes nos recomendaron varios restaurantes con los mejores Faláfels de la ciudad. Uno de ellos, Al-Andalos, restaurante de cómida libanesa donde probamos un plato de Faláfel por 5€, que estaba riquísimo. Tienen también menú vegetariano y jugos naturales. Otro fue el Khartoum, restaurante de Sudán donde probamos el Faláfel con queso halloumi y salsa de mantequilla de maní/cacahuete más delicioso del mundo.
A los alemanes les da vergüenza hablar sobre la historia trágica del holocausto -incluyendo los que no han vivido esa época. Lo que me parece completamente normal, porque cualquiera en esa situación evitaría acabar siempre hablando del mismo tema. No obstante, es importante tenerlo presente en la educación para no olvidarlo. De ahí que hayan museos, centros de información, memoriales y mucho más.
Hay que resaltar que después de visitar estos sitios, quedas devastado. Aunque son cosas de las que hemos oído hablar y hemos estudiado, cuando ves fotos, documentos o los números de víctimas por toda Europa y tantas cosas más que no habías visto tan gráficamente, se te mete muy adentro y no se olvida.
En definitiva, Berlín es una ciudad a la que volvería encantada todas las veces que hicieran falta. Junto con Colonia, se ha vuelto una de mis ciudades favoritas del país.
Y tú, ¿tienes pensado visitar Berlín o ya has estado? 😉